September 26, 2019
Morela Pereira
El término paradigma, etimológicamente hace referencia a un modelo que sirve como ejemplo o guía a ser considerado como el ideal en un momento dado. Kuhn (1990), refiere al conjunto de formas básicas y dominantes que se encuentran no sólo en las ciencias, sino también en el modo de pensar, creer, percibir, evaluar y sentir, de acuerdo con una visión particular del mundo circundante. Esa visión particular que refiere Kuhn, puede llevar a condicionar la forma de ver la realidad, y por ende, la manera de actuar y tomar decisiones frente a esa realidad.
Al respecto, Chiavenato (2010) afirma que establece un corredor para el pensamiento, en el cual éste queda restringido dentro de sus bordes y límites permitidos. Podría afirmarse entonces, que es un condicionante que puede llevar a frenar u obstaculizar el cambio en las distintas esferas del ser humano, dando lugar a la llamada parálisis paradigmática. Ésta última, entendida de acuerdo con Barker (1993), como un fenómeno que consiste básicamente, en adecuar la información de la realidad a la percepción que se basa en arquetipos mentales, rechazando u objetando todo aquello que no se acomoda a los paradigmas.
Estos modelos o esquemas están claramente asociados a la cultura, costumbres y hechos de la sociedad en un momento histórico, y por tanto, al orden generacional.
Por ejemplo, para la generación de la década de los 50´s, la mujer estaba llamada a responder a las necesidades del hogar y crianza de los hijos, mientras que el hombre era encargado de proveer y proteger a la familia. Desde este paradigma el papel de la mujer era limitado al espacio del hogar, siendo considerado impropio el estudio universitario. Sin embargo, los paradigmas heredados experimentan modificaciones e incluso la sustitución por un nuevo paradigma, como resultado de la visión de las sucesivas generaciones. Basta observar como la mujer ha venido ganando espacios en todos los órdenes sociales.
En todo caso, los paradigmas están inexorablemente afectados por el proceso de cambio. Pero la natural resistencia de las personas a modificar sus patrones de conducta o formas de ver la realidad, vale decir su paradigma, lleva en ocasiones a perder la posibilidad de alcanzar mejores resultados, experimentar otras alternativas o simplemente retrasar los cambios. Al apostar por lo conocido, probado,dominado o donde se ha alcanzado el desarrollo de habilidades y destrezas el ser humano se aferra a la zona de confort. La resistencia al cambio es aplicable a los miembros de cualquier generación.
En la cotidianeidad, enlos distintos espacios de la sociedad incluyendo el laboral, conviven diferentes generaciones, estableciéndose una relación en la cual convergen paradigmas que tratan de imponerse frente a la toma de decisiones. Tal es el caso de las generaciones Baby bommers, X, Millennials (Y) y más recientemente la Z. Los primeros, nacidos entre 1945 y 1964. Para estos el trabajo es un modo de ser y de existir: estable, a largo plazo, adictivo, no necesariamente de lo que aman hacer. No le dedican mucho tiempo al ocio y a la actividad recreativa. Se trata de una generación con procesos de cambios “lentos”, ajenos a la tecnología y un tanto conservadores.
Los segundos, miembros de la generación X (1965-1981), trabajan mucho pero logran un equilibrio, son felices con sus propias vidas. Son los que vieron el nacimiento de Internet y los avances tecnológicos. Como son una generación en transición pueden hacer convivir equilibradamente la relación entre tecnología y vida social activa. Son más propensos a estar empleados (aceptan los órdenes de jerarquía institucional) y equilibran la energía entre el trabajo, los hijos y el tiempo de ocio.
Los Millennials (Y), vinieron al mundo entre 1980 y 1994, y también se les conoce como nativos digitales. Muy adaptados a la tecnología, la vida virtual es una extensión de la vida real. Son multitasking (multitareas) pero no dejan la vida en el trabajo, no son workaholic (adictos al trabajo) como sus padres. Emprendedores y creativos, intentan vivir de lo que aman hacer; son idealistas. Según estudios, duran en sus trabajos un promedio de dos años, a diferencia de lageneración X y los baby boomers (más estables). A estos se suma la generación Z, nacidos entre 1995 y 2010.
Con edades comprendidas entre 9 y 24 años, son personas cuyo ADN está marcado por Internet: irrumpe en su casa, en su educación y en su forma de socializar. Son multitarea, pero su tiempo de atención es muy breve. Son independientes y consumidores exigentes y ocuparán puestos de trabajo que hoy en día aún no existen.
En el caso de los investigadores universitarios, ubicados en laboratorios, centros o institutos de investigaciónla realidad no es distinta. Generalmente, los equipos de investigación se acoplan alrededor de un líder con vasta experiencia, habitualmente de la generación baby boomers con miembrosde las generaciones X, Y e incluso la Z (pasantes, ayudantes, etc.). En esa diversidad generacional, las diferencias son múltiples, debido a las características propias de cada una.
Un aspecto relevante es el atinente al dominio tecnológico: los baby boomers son ajenos a ella (aunque muchos de ellos se han acoplado) y los X han venido adaptándose paulatinamente, no obstante, para los Y/Z es una herramienta que forma parte de su ser. En ese sentido, para los dos primeros es quizás más difícil dar respuestas a las tendencias tecnológicas asociadas al mundo académico. Sin embargo, los dos últimos pueden servir de apoyo a los primeros.
Cuando se hace referencia a la visibilidad de la investigación, el desarrollo tecnológico ha determinado, por ejemplo, que en los últimos 20 años: se pase de las publicaciones impresas a las digitales; se mida la calidad de las instituciones (y de sus publicaciones) por intermedio de los rankings académicos; se pide (exige) ser miembro de las redes sociales académicas.
Al respecto, el paradigma tecnológico puede constituirse en un límite para el equipo frente a la realidad que exige una visibilidad cada vez mayor tanto del resultado de las investigaciones, como del propio investigador. En ambos casos,la apertura y capacidad de adaptación de los investigadores a este nuevo paradigma determinará en mayor o menor grado la visibilidad de su trabajo y del equipo. La tendencia es sin duda hacia la digitalización de conocimiento y estas herramientas están marcando la pauta.